La arquitectura tradicional siempre ha usado los materiales naturales que tenía a su alcance para crear espacios habitables. La arquitectura mediterránea se ha servido de múltiples técnicas de la construcción en tierra para levantar muros, y de la madera para techarlos. En latitudes con piedra, más madera u otros materiales autóctonos se han desarrollado otras técnicas constructivas. La bioconstrucción no pretende volver al pasado, pero sí recuperar la sabiduría y sencillez de la tradición.
Aparte de las técnicas constructivas, también importan los materiales de acabado superficial: revocos, pinturas, lasures, barnices, sellados… así como los sistemas y materiales de instalaciones.
El uso de materiales locales y técnicas constructivas asociadas, facilita la armonización de la construcción con su entorno, reduce la huella de carbono al no tener que transportarlos largas distancias lo que a su vez favorece en la economía local. En resumen: los materiales son reciclables, saludables y económicos cumpliendo con las tres “patas” de la sostenibilidad: ecológica, económica y social
Por el lado de la salud, estos sistemas generan espacios con óptimas capacidades térmicas y acústicas.
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